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Los doce guardianes: Protectores de la tierra
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En un lugar que hemos olvidado, en un tiempo antes del tiempo, la oscuridad quiso extenderse hasta los confines de la tierra. Los seres tranquilos que la habitaban temblaron cuando criaturas malignas cruzaron sus bosques, derribaron sus puertas y se irguieron en la ferocidad de la destrucción. La codicia desmedida y el engaño, el deseo de dominar y moldear a la naturaleza sin siquiera comprenderla amenazaron con romper el frágil equilibrio en el que el mundo se sostiene.
Hombres, enanos, mims, graks, lihils debieron luchar codo a codo en una guerra por sus vidas. Pero no estaban solos, fueron guiados por un sabio guerrero, uno de los doce guardianes, protagonistas de estas páginas, que cuentan la historia de la lucha por la libertad.
Los doce guardianes está escrito por un niño que, de adulto, decidió volcar en papel los juegos de su infancia. En estas páginas, afirma Carlos Cuñado Strelkov, «no solo estarán recorriendo las intrincadas idas y vueltas de la imaginación de un preadolescente, sino también muchas representaciones casi literales de la realidad que nos rodea como humanidad, con nuestras fortalezas y debilidades, con nuestra responsabilidad, como partes de un todo mucho más grande y de nuestro camino en la búsqueda del aprendizaje y del equilibrio armonioso».
Nacido en el año 1991, en la provincia de Jujuy, pasó toda su infancia en el corazón de las yungas, una exuberante selva de montaña. Crecer en un lugar así no solo le brindó una gran cantidad de conocimientos sobre la vida al aire libre, la aventura y la naturaleza, sino que también le permitió experimentar lo que es internarse en una selva desconocida, pasar la noche entre las raíces de un árbol, beber el agua de cascadas inexploradas y cruzarse con animales en su estado natural, todos temas recurrentes en lo que escribe.
Su interés en la escritura surgió durante su tercer grado de primaria, cuando la maestra les dio como tarea que escribieran en sus casas un cuento corto. Carlos se sintió entusiasmado con la idea y, poniéndole mucho esmero, inventó una historia sobre un caballo y su amistad con un niño. Cuando entregó la tarea la maestra lo desaprobó y lo envió con una nota para los padres reclamándoles por haber realizado el trabajo que debería haber hecho su hijo. No fue hasta que Carlos escribió una segunda historia en presencia de la maestra que ésta le creyó.
Desde ese momento comenzó a escribir y poco tiempo después inició con el libro Los doce guardianes.
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